Bajadas de bandera sin suplemento por rimmel

Y así comenzó todo, como una virgen de asfalto encendiendo la "vela"* en ese primer día que me temblaba hasta el embrague, mientras en el cambio de marchas ahogaba los nervios.
Tuve que parar y estrenarme en una parada, para poder apagar la luz verde de mi capilla, un pequeño recorrido que quitó el cartel de libre y me abrió paso para las siguientes.

Y aún mi estomago se enconge con aquella extraña sensanción de ubicar la concentración y la mente en un gps que era mortal por necesidad y  cuando comprobraba que las calles que  supuestamente no existían "curiosamente" estaban ahí, porque llevaban muchos años completando el callejero de Madrid y yo desconocía totalmente.

Y la tarifa 0, me acompañaba por lo menos un par de veces al día, porque era nueva y me confundía, y quería aprender y ganarle la batalla a la inexperiencia y realizar correctamente mi trabjo.

Y todavía extraño algún  usuario que con cara de asombro aún me pregunta -¿qué hace una chica de taxista?. Reflexiono y asumo que este oficio es mayoritariamente masculino.

Y según voy rodando, escucho las voces del asiento trasero, y cuento anécdotas y resto incomodidades. Comienzo a entender lo que los usuarios echan de menos y no me gusta lo que escucho y comprendo la imagen que tenemos los taxistas y entre "bambalinas" (paradas) mis inquietudes se suman día a día.

Y en el ir y devenir de los destinos, no me conformo y quiero más. Quiero un taxi diferente y con una visión nueva.

Y desde tres años atrás, del taxi al teclado traspaso la frontera y plasmo en mi blog lo que me corre por mis ruedas y sin darme cuenta un día soy la primera mujer presidenta de una Asociación de taxi en Madrid y vuelvo a ser novata en estos menesteres y tengo otro reto y un master por hacer.
 
Y todo queda, y todo pasa en estos cinco años ganandome la vida a golpe de taxímetros.


Buena Caza!!


*Se llama vela a la luz verde que indica que estamos en posición libre.