Un taxi en el asiento trasero!!

Cansada de trillar (argot taxial: buscar clientes), decidí pararme. Elegí esa parada porque no había ningún taxi. Retirada del centro, y con pocos transeúntes en la calle. Supuse que sería una larga espera.

Saqué el sudoku de rigor y, apagué la radio. Entre número y número, escuche unas vocecitas. Pensé que provenían de la calle. Miré alrededor pero no había nadie. Volví a centrarme en el sudoku, pero las vocecitas seguían. Entonces giré la cabeza hacía el asiento trasero y me encontré "un taxi de playmobil".

-¿Quién se ha dejado esto aquí?.- En su interior, el taxista, sonriente y con corbata, departía animadamente con sus dos clientes que contestaban con idéntico ímpetu. No podía creer lo que estaba viendo... Supuse que el cansancio me estaba jugando una mala pasada.Visiones taxiales.

Cerré los ojos, volví abrirlos y el cochecito estaba allí vocecitas incluidas. ¡Increíble!

Decidí cogerlo, y colocándolo a pocos centímetros de mi vista pude comprobar como se movían, y como gesticulaban con sus bocas de las que salían sonidos y palabras inteligibles.

Con voz cautelosa, por aquello de la diferencia de tamaño, les dije -Hola!!-, pero ellos no me contestaron. Empecé a zarandear el taxi de juguete, pero los ocupantes no parecían advertirlo. -No me ven-pensé.

De pronto las vocecitas empezaron a cobrar sentido y comencé a entender retazos de su conversación, lo que me hizo desplegar las antenas con inusitado interés:

Parloteaban de vanalidades típicas en cualquier taxi: que si el trafico, las obras, el tiempo... Era de lo más común, pero luego el taxista introdujo el tema, cada día tenían menos trabajo. ¡Toma y yo!-dije ,y con voz apenada les contaba a los clientes que los niños ya no querían jugar con ellos, que preferían pasar el tiempo con una consola,y jugar aislados con las nuevas tecnologías, mientras ellos pasaban a ser otro adorno de las estanterías.

Metida en el nuevo giro de la conversación sentí pena por ellos, cuanta razón tenía!!.

Así que decidí solucionarlo. Arranqué el coche y puse rumbo a un colegio cercano.

Mis clientes seguían cotorreando ajenos a mi realidad. Al llegar al colegio me bajé del coche con el taxi en la mano. Los niños jugaban en el patio.

Me acerqué, pero la puerta estaba cerrada, así que a través de las vallas pude introducir la mano y dejar el taxi en el suelo del patio.No paso mucho tiempo hasta que una niña pizpireta que pasaba en ese momento, se agachó y comenzó a jugar con el.

Me marché contenta.

Buena Caza!!