Sin apenas ruido, sin su manto de hojas secas, solo en el bosque de palabras, volvió el Otoño con poco equipaje.
Entre la multitud y su propia intimidad, aguardando en un banco tembloroso y expectante esperaba el pistoletazo de salida. Sin reglas, ni ritmos.
El Sol por montera se encargó de derretir el equinoccio, detener el tiempo y fusionar los pulsos. Mientras la Luna en espera, era la única espectadora del grandioso momento.
Así el otoño encargado de calentar el corazón y eclipsar las almas se dejó achuchar.
Y llegará la lluvia y su presencia empañará los cristales, pero el Sol se encargará de secar hasta la última gota y el viento juguetón despeinará la vida.
"Del Otoño aprendí que aunque caigan las hojas, el árbol sigue de pie y nuevas hojas vuelven a nacer con más fuerza"
Buena Caza!!
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