Ir sobre ruedas, hasta que prefiero ir andando...
Madrid, tejados, antenas y más. Un eterno infinito de mis días y un horizonte templado.
Sentada en el césped, rodeada de niños y perros. Abstraida en un mundo interior, discurre el tiempo en cada mundo único y casual.
Podría decir que Madrid no me gusta, que su tráfico me quema como su asfalto que recorro con gasóleo a precio de oro, que no quiero encontrarme con princesas de Sabina, callejones sin salida, o respirar la contaminación de polución y política.
Mentiría si no te extrañara. Villa que hoy la miro desde allí, y me gusta. Ese Pirulí que goza de altura, el Manzanares de estreno, la Torre Picasso, el Palacio Real...
Puedo sentir ese olor a churros y el dulzor del chocolate, los domingos en el rastro buscando los pendientes que ya perdí, las terrazas de la latina, el clamor de los madrileños, los goles de mi atleti en el calderón...
Madrid, ciudad que me mata y me enamora.
Un lugar que descubrí que me enternece y me acuna.
Buena Caza!!