30 de marzo de 2010

El desastre del tráfico en Colón




Se supone que las obras son para mejorar, bien sea la estética, la circulación... hasta ahí todo normal. Pero cuando sirven para empeorar, ¿¿qué se hace??.

Nuestro "querido" alcalde decidió que Colón se mudara junto con las fuentes y comenzó nuestro calvario de zanjas, atascos... Los conductores estábamos deseando volver a circular con normalidad en la plaza, pero nada más lejos de la realidad.

El desastre que se ha producido en la circulación de la plaza de Colón y aledaños es provocado por un ambicioso proyecto del señor Gallardón.
Quizás quiera quedar para la posteridad dejando grabado su nombre en una placa homenaje en pleno barrio de Salamanca. Si se diera el caso, yo le pondría algo como: "Porque yo lo valgo".

Lástima, ha tirado el dinero de Zp a su antojo, con una supuesta glorieta y cruces de coches con autobuses, que más de uno y de dos terminan con la chapa abollada. Los carriles centrales y los laterales tienen la misma sincronización en los semáforos, dificultando el acceso al lateral, o quedandote en medio cuando bajas de Génova para girar.

Además de la fatídica obra, toca añadir el desastre que organizan los agentes de movilidad (más bien imovilidad) cortando dos carriles a diario, en el central, sentido Cibeles. Provocando un atasco que hay días que llega a Gregorio Marañón.
¿Por qué lo hacen?, ¿está mal construida la glorieta?, o es porque se quedan en el interior sólo en dos carriles, ya que uno es para los autobuses y taxis que salimos de nuestro carril.

Lo que no tiene sentido es casi los veinte minutos que tardas en pleno atasco desde Nuevos Ministerios a Colón, y veas los conos a medida que te vas acercando, cortando literalmente dos carriles y te preguntas ¿qué he hecho yo para merecer esto?

¿¿Alguien me lo puede explicar??

Buena Caza!!

13 de marzo de 2010

El interior


Marta, abrió los ojos y la luz del sol penetró de lleno en sus pupilas provocándole un intenso malestar. La cabeza le iba a reventar recordándole las cervezas que había ingerido la noche anterior.
Sin miramientos se fue derecha a la ducha. Necesitaba sentir correr el agua por su cuerpo, esperando que la resaca desapareciera por el desagüe.

Al salir del baño, un trago de un café bien cargado y su cuerpo comenzó a pedir su dosis de nicotina. Fue directa al bolso para coger la cajetilla de tabaco y allí estaba el cuaderno que se había encontrado en el taxi. No lo había vuelto a mirar, ni siquiera recordaba el hallazgo.

Se acomodó en el sofá y encendió un cigarrillo. Entonces comenzó a leer el contenido de aquel objeto olvidado.

La letra estaba sumamente cuidada, ni un solo tachón. Eran cinco hojas escritas en primera persona, en masculino. Parecía un diario. El ínfimo relato inacabado comenzaba en un otoño caluroso.

Los sentimientos plasmados a boli le hicieron estremecerse... El protagonista había tropezado con la felicidad con nombre femenino, y envalentonándose decidió cogerla de la mano, aunque receloso de una trayectoría incorrecta iba con cautela. Detectó vértigo, temores. Aunque encontraba en el protagonista la fuerza de un ciclón e intuyo que lucharía por mantener aquella plenitud que había encontrado. "Me da miedo ser feliz" y así terminaban aquellas palabras escritas por el anónimo. Eran tan pocas hojas, que terminó en seguida. Quería más. Saber como continuaría. Al pasar la hoja encontró otra frase. "Ahora te toca a ti, cuéntame mi princesa...continua la historia".

Buscó más páginas, giró el cuaderno. Quería encontrar un nombre, algo, para poder devolver aquel cuaderno a su propietario y que pudiera continuar con su relato.

Pensó que quizás el taxista supiera quien sería el dueño de la libreta. Inmediatamente cogió el móvil y llamó a la emisora.

A la cabo de unos días recibió una llamada. Era el taxista. Marta, quedó con él para devolvérselo.


Buena Caza!!


P.D. La imagen es la portada del cuaderno.

9 de marzo de 2010

El cuaderno




Mirándose en el espejo descubrió una pequeña cana. Embobada y con cara de incredulidad decidió cortarla y así hacerla desaparecer de su larga cabellera, pues no le hacía ni pizca de gracia comprobar que los años no pasaban en balde. De pronto recordó cuando su madre la peinaba con unas coletas que la quedaban la mar de saladas. Le parecía tan cercano, podía incluso oler aquella fragancia pueril en su pelo. Volvió a la actualidad mirando su reloj, entonces se acordó de su futuro inmediato y sonrió.

Se le hacía tarde, como siempre calculaba mal el tiempo y su cita llegaría puntual. Aún no había acabado de prepararse y eran casi las 19:00h, hora de marchar. Terminando de maquillarse, con las prisas, el rimel terminó fuera de las pestañas. Un pequeño repaso, un toque de perfume y sonó el telefonillo.

-Srta. López su taxi la está esperando-.

-Ahora mismo bajo- contestó acelerada.

Cerrando la puerta de casa se dio cuenta que dejaba su móvil cargándose en la habitación. Corrió de inmediato a cogerlo. Terminó de abrocharse el abrigo mientras intentaba guardar las llaves y el teléfono en el bolso aprovechando el tiempo que concedía el ascensor.

El taxi permanecía en la puerta de su casa esperándola, mientras el taxista disfrutaba con un concierto de jazz que sonaba a través de su cd.

Al abrir la puerta un agradable olor llegó hasta sus fosas nasales. Un coche limpio, un chico joven y no hay cope pensó. Se sintió cómoda.

Durante el trayecto, un objeto aguardaba en el suelo. Agachándose disimuladamente comprobó que alguien se había dejado un cuaderno en un descuido. Lo recogió y víctima de la curiosidad, abrió la libreta por la primera página, ésta, estaba en blanco. Pasó a la siguiente hoja, en ella una fecha y un comienzo...

"Un día otoñal del mes de Octubre...."

Cuando llegó al destino pago y se bajo sin decir nada al taxista sobre su hallazgo. El cuaderno se hallaba ya en el interior de su bolso. Ella ansiosa por leer el contenido.
Buena Caza!!

7 de marzo de 2010

Letras...


Las manos sudorosas iban derritiendo los hielos de su vaso. Apoyado en la barra con la vista fija en el móvil y en el reloj, esperaba impacientemente. Ojeaba un periódico pero no era capaz de entender las palabras que su ojos veían, su mente estaba de viaje. Simplemente intentaba disimular su inquietud.

Al cabo de unos diez minutos, mientras alzaba su mano para llevarse un trago, llegó una chica y le dio una palmada en la espalda. Él se giró y con la expresión de su rostro lo dijo todo.

Se sentaron en una mesa con dos cafés. Hablaban pausadamente, no había prisa, el tiempo se había parado para ellos.Y su espacio era único e intimo.

Los nervios en ella también se hicieron notar. Retorcía un mechón de su cabello mientras bajaba la vista al suelo, como si le diera vergüenza hablar con él.

Otra ronda de cafés, y entonces ella sacó un cuaderno de su bolso. Estaba vacío. Él tomó el cuaderno y lo guardó. Siguieron conversando, hasta que ella miró su reloj, y dio un respingo, tenía que marcharse. Se despidió con un caluroso abrazo.
A la semana siguiente estaban sentados en la misma mesa, pero esta vez él entregó el cuaderno a
ella, con una sonrisa. Cinco hojas estaban escritas de su puño y letra.
Buena Caza!!!

1 de marzo de 2010

Personajes



Cada día que salgo a trabajar alucino con ciertos personajes que podrían ser sacados de cualquier película de ciencia ficción, suspense. Son simplemente clientes que transforman el asiento trasero en un escenario, donde se urde toda la trama. El telón se levanta cuando el taxímetro entra en funcionamiento y durante el trayecto contemplo las obras maestras.

Cuando empiezan a contarme sus entresijos, o escucho ciertas conversaciones que lejos de sorprenderme me transportan a una tercera fase y soy una mera espectadora de dicha función.


Me llamó la atención aquel abuelito que cansado de esperar el autobús, al pasar por la parada decidió que le llevara a Gran Vía. Tapado hasta las cejas por una bufanda y con mucha dificultad para moverse. En el pequeño trayecto me advirtió de la sorpresa que nos tenía guardada Esperanza Aguirre.
El había pedido una fanta en una cadena de sandwichs, y cual fue su sorpresa que la fanta incorporaba cubitos de hielo. Me dijo que él no había pedido hielos y con el invierno tan duro que estábamos teniendo era justo lo que necesitaba para convertir su catarro en una neumonía. Todo serio y con su nariz tapada me dijo que era un complot de "La Espe" para fulminar a la tercera edad y ahorrarse costes en la Seguridad Social.



Dos señoras, se subieron en una parada de la calle Alcalá y me indicaron un pastelería como final del trayecto. Una vez allí me indicaron que las esperara para devolverlas al lugar de origen. Durante el trayecto de vuelta, fueron buscando un escondite donde guardar aquellos deliciosos pasteles y así degustar aquel botín solitas, ya que no querían compartir con el resto de ocupantes de tan "dulce" hogar su gran adquisición. El resultado entre ademanes, alguna voz subida de tono... fue que durante unos días no se usarían el lavavajillas, y allí guardarían su tran preciado manjar.



Buena Caza!!